Volvemos a publicar este documental que vuelve a estar de actualidad, sin censurar por supuesto. Han detenido esta semana a mas de diez policías que falseaban pruebas, que digo yo que deberían reabrir todos los casos que investigaron y suelten a los que esten presos inocentemente. Los pobres llenando sus cárceles y ellos...se fuerte, Luis, que ese dinero era para todos, ya sabemos queridos niños que siempre P + P = B y que P+S+O+E = ERE.
Es imposible olvidar Ciutat Morta una vez la ves. Si además eres
barcelonés, es muy probable que la película te persiga por las calles,
acechándote. Sería muy fácil decir que te quita un velo de delante de
los ojos, pero más bien puede que te suceda lo contrario. De repente,
sobre monumentos, esquinas, paseantes, hay algo pegajoso que lo cubre
todo. Los ciudadanos que hayan visto la película, por primera vez
emitida en la televisión pública catalana, deberán enfrentarse a todo
ello. A lo siguiente:
1. El poder público como cómplice y
encubridor de un caso de violencia y tortura policial tras las
irregulares detenciones de cinco ciudadanos durante una pelea –que se
saldó con un guardia urbano gravemente herido– en un antiguo teatro
ocupado. Su posterior encarcelamiento habría podido ser evitado cuando
el entonces alcalde Joan Clos relató tener conocimiento de un informe
policial que probaría la inocencia de los detenidos. La posterior
desaparición de ese informe hace evidente el necesario conocimiento e
implicación del concejal de Seguridad y Movilidad Jordi Hereu (después
alcalde), el exconcejal de Ciutat Vella Carles Martí y la exconsellera
de Interior, Montserrat Tura.
2. El papel de la justicia: la
jueza Carmen García Martínez, del Juzgado de Instrucción número 18 de
Barcelona, envió a prisión provisional a los jóvenes Juan Pintos, Álex
Cisternas y Rodrigo Lanza, que habían sido claramente torturados, y les
privó de libertad durante dos años, a la espera de juicio, sin llegar a
esclarecerse de qué se les acusaba. La Audiencia Provincial de Barcelona
condenó en enero de 2008 a los detenidos –incluyendo a Patricia Heras,
que no estaba presente en el lugar de los hechos– a penas de hasta
cuatro años basándose exclusivamente en los testimonios de los policías
presentes. La pena fue posteriormente aumentada a cinco años en el caso
del detenido Rodrigo Lanza.
3. La policía: los agentes Bakari
Samyang y Víctor Bayona, que torturaron a los acusados la noche del 4 de
febrero de 2006, fueron los mismos que declararon como testigos en
contra de los acusados durante la celebración del juicio. Posteriormente
fueron condenados a prisión, con penas de más de dos años, por haber
torturado en dependencias policiales a un joven de Trinidad y Tobago.
Los agentes, de 34 y 38 años, acaban de obtener la jubilación. Recibirán
una pensión vitalicia de entre 1.600 y 1.800 euros mensuales. Durante
la proyección del documental el sábado pasado en la televisión pública,
la reacción de Mossos d'Esquadra en las redes sociales fue de mofa.
4.
Los médicos. De todo el metraje de Ciutat Morta el papel de los médicos
en el Hospital del Mar supone un indicio aterrador: la llegada de unos
veinteañeros sangrando y en estado de shock, custodiados por los agentes
de la policía, es recibida con indiferencia por el personal médico del
hospital, que no hacen preguntas ni dan señal de alarma.
5. Los
medios de comunicación: con honrosas excepciones –quizás el más claro
sea el de La Directa–, el caso 4F ha sido omitido de los medios
catalanes. Esto ha continuado con la repercusión del documental, y ha
llegado a extremos delirantes con la televisión pública catalana: TV3
desestimó la compra de la película incluso cuando fue premiada en
Málaga. La presión ciudadana en las redes obligó a la cadena a asegurar
que el documental se emitiría antes de que acabara 2014. Tras idas y
venidas –que incluyeron la pregunta directa al director de Televisió de
Catalunya sobre el retraso en emitir el documental, por parte del
diputado de las CUP David Fernández en sesión parlamentaria–, la
película ha sido emitida previa censura.
Si jueces, policía,
representantes públicos, medios de comunicación y especialistas
sanitarios omiten y, por tanto, se hacen cómplices de un caso así, ¿qué
le queda a la ciudadanía?
Y entonces, el velo pegajoso que cubre
la ciudad se revela. Lo que muestra, con su olor a muerte, es demasiado
aterrador para ser olvidado
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