Las paredes estan cubiertas de lagrimas de dolor, musgo de frustración y enredaderas de desidia. Cientos de capsulas, piruletas y parches adhesivos yacen en el fondo y el olor químico se percibe sutilmente, entre los muros interiores se distingue una mini escalera que serpentea hacia el fondo con barandilla, por supuesto, en paralelo una rampa por si los escalones no son suficientes.
Empiezo a escuchar una melodía, es como un llanto de un niño desesperado pero sin fuerzas, o esta hablando solo, de repente calla y grita, gruñe, ya no es un niño, suena como una bestia parda desatada, hambrienta y desesperada. Los alaridos se mezclan con los ecos de los llantos y se convierten en música cruda, fuerte y repetitiva, lenta y salvaje. Las piernas se mueven al ritmo endiablado del espejismo sonoro y me dan ganas de bajar, despacito pero ir bajando.
El sol ha desparecido y el viento trae nubes negras que empiezan a gotear con fuerza, busco un refugio pero en la estepa abundan los arbustos, zarzales y retamas y las piedras enormes que reciben la lluvia a pecho descubierto, dejandose modelar. Me levanto rapidamente a otear un arbol a lo lejos o una roca que no sea ovalada para resguardarme de la tormenta pero a los tres segundos se me empieza a nublar la vista , la lengua hormiguea y el cuerpo se ablanda cayendo a plomo.
Fuera, dentro, no se si habré caído dentro del pozo o fuera, esas dos opciones acechan a partir de ya, la lucha constante por no caer dentro, por apartar la mala energía que sabes que te hace daño, mas daño todavía.
El amor, la fuerza de voluntad y la hierba magica son las únicas armas que me aferran a la estepa, ¿¿suficientes para evitar volver a bajar al pozo?? el maldito pozo de sabiduría, sabiduría que te da el fracaso.
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