EL PROBLEMA NO ES EL DOLOR

El dolor te hace sufrir, pero no te destruye. El problema es la soledad engendrada por él. Es lo que te mata lentamente, lo que te aisla de los demas y el mundo.Y lo que despierta lo peor que hay en ti.

martes, 30 de diciembre de 2014

GRANDES OBRAS DEL ANARQUISMO EN PDF

Despedimos este funesto año copiapegando este artículo de nuestra musa azteca, Cultura de la buena, de futuro,nos propone la página para coger olas desde la cama PIJAMASURF
Hablar sobre una corriente de pensamiento político no es sencillo, sobre todo cuando esta es más bien antigua y a lo largo de la Historia ha seguido distintas ramificaciones hacia también distintas definiciones. Tal es el caso del anarquismo, que con ese y otros nombres puede encontrarse aun en las épocas más remotas de la humanidad. Es cierto que su consolidación teórica puede fecharse con precisión en el siglo XIX, ¿pero no podría decirse que el cinismo de Diógenes era también un poco anarquista? ¿Y qué decir de fantasías como la del Tristam Shandy de Laurence Sterne o incluso el Quijote de Cervantes? Puede parecer exagerado, pero ese deseo de vivir al margen de las normas y las instituciones, en la soberanía del individuo con un alto sentido del bien común, es el núcleo del anarquismo.
Críticamente se dirá que, en casi todos los casos, llevamos esas reglas sociales adondequiera que estemos porque es un componente importante de lo que nos estructura como sujetos. Sin embargo, por eso el anarquismo es tan seductor, porque una de sus vetas más estimulantes se dirige a la construcción del sujeto social. Para abolir al amo antes tenemos que dejar de ser siervos, dejar de pensar que hay un amo ahí en el Estado, en el Padre, en el Maestro, y descubrirnos como sujetos autónomos, que requieren de los demás, sí, pero no como si pidieran una gracia o un favor, sino en una relación más bien horizontal de cooperación y apoyo mutuo.
En términos muy generales, esa sería la búsqueda del anarquismo como filosofía política. Una filosofía con un fuerte componente libertario y también, por qué no decirlo, utópico.

¿Qué es la propiedad?, Pierre Joseph Proudhon

Dios y el Estado, Mikhail Bakunin

El único y su propiedad, Max Stirner
Memorias del subsuelo, Fiódor Dostoievski

Desobediencia civil, Henry David Thoreau

La zona temporalmente autónoma, Hakim Bey

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