La reflexión anterior resulta de 
encontrarnos con un caso tan conmovedor y ejemplar como el de Miso. Ella
 es una refinada tatuadora ucraniana (su nombre de pila es Stanislava 
Pinchuk) que más allá de destacar por sus delicados trazos, lo hace por 
la genial iniciativa que echó a andar en Tokio y Melbourne.
Además de ofrecer sus servicios en 
prestigiados estudios de ambas ciudades, Miso emplea parte de su tiempo 
libre en tatuar a otras personas, solo que a diferencia de su trato con 
clientes ordinarios, de quienes recibe dinero, en esta otra faceta lo 
hace a cambio de “actos de generosidad”. 
Los trazos que intercambia Miso 
(Stanislava Pinchuk su verdadero nombre) detallados, minuciosos y 
sencillos forman increíbles diseños artísticos que son retribuidos con 
bienes y no con dinero. La artista trabaja desde hace tiempo practicando
 un innovador trueque. Para ella, sus tatuajes minimalistas son una 
pieza sumamente importante e intima que no podría cobrar por ellos: “tal
 vez me enseñen una habilidad a cambio, me cocinen la cena, me regalen 
un libro que tal vez encantaría…” confiesa la tatuadora.
 







 
 
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