Todos conocemos el video donde Bruce Lee nos recomienda “ser como agua”, pero su poesía es mucho menos conocida que películas como “Operación Dragón” y “El gran jefe”. Aquí te mostramos tres poemas del libro “Bruce Lee: Artist of Life”, editado por John Little.
Bruce Lee es probablemente el más famoso actor del cine de artes marciales del mundo, además de uno de los maestros más respetados: con un legado que incluye pocas pero increíbles películas, un estilo actoral influido tanto por el teatro chino como por el glamour de Hollywood, además del desarrollo de su propio estilo de combate, el Jeet Kune Do, Lee tuvo tiempo para describir su filosofía sobre la vida a través de sus poemas.
En el libro Bruce Lee: Artist of Life, John Little publica una veintena de poemas escritos por Lee, además de proveer de contexto el lugar desde donde se escriben estos poemas. No se trata de poemas que describen simplemente un estado emocional y subjetivo de su creador, sino que buscan fomentar la meditación y el aprendizaje del practicante marcial.
Al leerlos observamos cierto tono didáctico, avanzando a través de paradojas y términos contrapuestos que nos revelan una imagen que debemos imaginar en nuestra propia circunstancia; Lee no sólo fue un notable artista marcial, sino un maestro en toda medida, que utilizaba cualquier medio a su disposición, antes que para enseñar, para aprender. Pocos saben que Lee tenía un título en filosofía, y sus poemas muestran a la vez su aguda vocación filosófica y su sensibilidad para ilustrar complejos conceptos del Jeet Kune Do a través de la palabra.
El poema como lucha o la guerra como palabra, los poemas de Bruce Lee son tanto una curiosidad para sus fanáticos como una herramienta de meditación para artistas marciales, pues se sabe que la espada y la pluma no son ocupaciones irreconciliables, pues ambas requieren de talentos muy similares: la flexibilidad de pensamiento, la velocidad de reacción frente a las circunstancias, el temperamento sosegado y tranquilo pero listo para estallar, dejando que las cosas “sean lo que son, se muevan como agua o reposen como un espejo”.
* * *
Aquellos que saben no hablan;
aquellos que hablan no saben.
Detén tu lógica
Deja que lo agudo pierda su filo,
que las marañas se resuelvan,
la luz se temple
y la agitación acalle;
pues esta es la unidad mística
a donde el sabio es llevado
No por afecto
ni por distancia
ni por ganancia o pérdida
ni por vergüenza ni por honor.
Por acuerdo general, todo el mundo
lo tiene como el más alto.
* * *
Una voluntad flexible tiene disposición tranquila, suave como mullidas plumas,
una quietud, un contraerse de la acción, una apariencia de inhabilidad para hacer.
Plácidamente libre de ansiedad, uno actúa
con el tiempo oportuno; uno se mueve y revuelve en la línea
de la creación. Uno no se adelanta –responde
a la disposición de las influencias.
No establecer nada respecto a uno mismo. Dejar que las cosas
sean lo que son, se muevan como agua o reposen como un espejo,
respondan como un eco, pasen velozmente a la inexistencia
y sean discretas como la pureza. Aquellos que ganan, pierden. No
precedas a otros, síguelos siempre.
* * *
En vida, un hombre es blando, suave;
muerto, inflexible y rígido.
Toda creatura, hierba y árboles, en vida
tienen plasticidad y maleabilidad también;
pero muertos se desmenuzan y secan.
El rigor inflexible va de la mano de la muerte,
y la suavidad que cede acompaña a la vida.
Los soldados inflexibles no obtienen victorias;
el árbol más firme es el más listo para el hacha.
Lo fuerte y poderoso se derrumba en su lugar;
lo suave y flexible se alza sobre todos ellos.
[Versiones de @javier_raya]
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