"(…) Si alguien roba comida y después da la vida ¿Qué hacer? ¿Hasta dónde debemos practicar las verdades".
Silvio Rodríguez – Playa Girón
En la España de las maravillas, para unos pocos ensobrados amigos de lo ajeno, robar millones ya no es delito, en cambio tomar una bolsa de pipas, una talega de pan, puede condenarte a varios años de cárcel, expropiar de un supermercado un poco de leche maternizada para tus niños/as hambrientos/as, desnutridos/as ya es punible, se consolida el régimen cleptocrático y ya vale todo, hasta encarcelar a la gente desesperada que no tiene comida, que son condenadas a la desnutrición y la muerte por un gobierno de sinvergüenzas.
La situación actual de miseria donde uno/a de cada tres niños/as pasan hambre, 500 familias diarias son desahuciadas de sus viviendas por la mafia, 20 suicidios diarios por razones económicas, millones de personas dependientes condenadas a un fallecimiento seguro por la retirada de las ayudas sociales, privatización pandillera de la sanidad pública, generando muertes diarias en unos hospitales abandonados y sin recursos, entre otras acciones más propias de la “Cosa Nostra” que de una supuesta democracia europea.
El régimen del hambre no tiene límites, legisla permanentemente en contra del pueblo, contra las millones de personas que sufren sus recortes, sus estafas, sus mentiras, sus asquerosos pelotazos siempre a costa de los legítimos derechos ciudadanos.
Las subvenciones sociales del estado se las llevan siniestras fundaciones vinculadas al ex presidente miembro del detestable trío de Las Azores. La FAES se chupa casi todo junto a otras fundaciones vinculadas al PP, con partidas millonarias contantes y sonantes, para supuestas campañas que no llegan a la ciudadanía y se quedan entre el típico grupo de amigos/as derechistas y chavales/as de la bandera del yugo y las flechas, los de siempre, mientras organizaciones como Unicef, Intermón Oxfan, Médicos del Mundo y otras reciben una mierda de dinero.
Esta es la triste realidad de un estrambótico “país” de rateros de guante blanco y patriotas del sobre, de una supuesta democracia que le cobra los medicamentos a los/as enfermos/as de cáncer, personas gravemente enfermas, que a partir del 1 de octubre, tendrán que pagar un 10% del precio total de los carísimos medicamentos para este tipo de enfermedades.
Hay muchas formas de matar, por ello esta pandilla de sobrecogidos ya se han especializado en condenar a una muerte inminente a infinidad de personas con sus políticas inhumanas, masacrar a los/as millones de parados/as, a los/as pensionistas con prestaciones de miseria, a una juventud sin presente ni futuro, condenada a tomar la maleta y perderse en una aventura sin retorno ni esperanza.
Queda claro cada día que pasa que esto es un orquestado genocidio, con el evidente objetivo de masacrarnos, persiguiendo, criminalizando con leyes fascistas a pensionistas, desempleados/as, estudiantes de la clase obrera, desahuciados/as, inmigrantes, empleados/as públicos/as, personal sanitario, docentes en lucha en cada marea, que ven como se quedan sin nada, como la caterva de la empresa privada se chupa casi todo, hasta la vida, gracias a sus testaferros del gobierno, que acaban cada segundo que pasa con el bienestar general y la esperanza de millones de ciudadanos/as.
Me gustaría lanzar al viento de alguna forma un grito de esperanza, pero la oscuridad parece arrastrarnos a un camino sin retorno.
No lo permitamos, la claridad debe guiarnos, de lo contrario el futuro será tan negro como las inminentes mareas negras del sucio ministro español petrolero, la destrucción del territorio marino, de la virginidad natural, de la inmensidad oceánica, donde habitan seres mágicos, inconscientes de adonde nos llevan estos próceres del terror, del anunciado holocausto social y la muerte.
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