COPIAPEGADO DE PIJAMASURF : ARTÍCULO DE EDMEÉ GARCÍA
La Organización Mundial de la Salud
estima que la vida de aproximadamente 350 millones de personas en el
mundo se ve afectada por la depresión, lo que hace a esta enfermedad una
de las causas de sufrimiento principales en la actualidad. Esta
dolencia se caracteriza por un conjunto de sentimientos que afectan la
calidad de vida y la salud general de los individuos, tales como falta
de motivación, poca energía, baja autoestima, mal humor y la pérdida del
rango emocional que permite a los humanos asombrarse frente al mundo y
disfrutarlo. En busca de respuestas que les permitan aliviar el
sufrimiento las personas suelen acudir a los psiquiatras, pues éstos se
han dedicado a estudiar las patologías de la mente y correlacionar
algunas reacciones físicas con los sentimientos. Para ellos la depresión
es la reducción o agotamiento de los niveles de serotonina, aunque en
realidad no existe evidencia que sugiera que dicho padecimiento es
causado por esta razón, de tal manera que suelen recetar fármacos que
buscan interactuar con la química del cerebro para restablecer los
niveles óptimos de tal o cual sustancia y así generar un estado de
“bienestar”. Todo esto suena muy bien, pero hay un problema: los
antidepresivos no funcionan, o al menos, no más de lo que lo haría un placebo.
De hecho, antes de empezar a tomar un antidepresivo uno debería pensárselo bien, pues un estudio
realizado por investigadores de la Escuela de Medicina Feinberg de la
Universidad Northwestern hizo públicos dos descubrimientos principales:
1. Las drogas antidepresivas no fueron
inventadas para la depresión. Los investigadores usaron ciertas drogas
para manipular la conducta de animales estresados y luego concluyeron,
erróneamente, que estos fármacos podrían ser “buenos antidepresivos”.
Sin embargo, el estrés crónico no causa los mismos cambios moleculares
que la depresión, de tal manera que se están aplicando drogas creadas
para una situación distinta y por eso son tan inefectivas.
2. Un desequilibrio en los
neurotransmisores del cerebro no necesariamente provoca síntomas
depresivos, como hasta ahora hemos creído. Los eventos bioquímicos que
llevan a la depresión empiezan en el desarrollo y funcionamiento de las
neuronas, esto quiere decir, básicamente, que los antidepresivos se
enfocan en los efectos o síntomas de la depresión pero erraron
totalmente en cuanto a qué los causa.
Además de ser inefectivos contra el mal
que se supone deben erradicar, los antidepresivos tienen otros efectos
negativos. Muchos pacientes reportan que sus emociones pierden
profundidad, para ellos es como si sus sentimientos se volvieran planos,
además de presentar una reducción en su rango emocional. Este no es el
único efecto secundario. Los antidepresivos que reemplazaron a las
benzodiazepinas son promovidos como no adictivos; no obstante, muchas
personas encuentran difícil dejar de consumirlos, pues intentarlo puede
conllevar síntomas de abstinencia como la ansiedad y el insomnio. Otras
posibles consecuencias de tomar antidepresivos son la pérdida de deseo
sexual e incremento de peso, pero lo peor es que en algunas personas
pueden provocar pensamientos violentos o suicidas. Esto último es un
problema grave pues, aunque no se haga mucha publicidad al respecto, el suicidio es la segunda causa de muerte entre individuos de 15 a 29 años alrededor del mundo.
Para establecer un balance entre los
beneficios y los riesgos de tomar antidepresivos es necesario que los
investigadores independientes tengan acceso a toda la data de las pruebas clínicas de estos fármacos, pero las compañías farmacéuticas se han resistido
a ello. Esto ha llevado a muchos a cuestionarse si realmente estas
“medicinas” que sólo algunos pueden dejar de consumir tras largos
períodos de monitoreo y reducción gradual de la dosis son tan seguras,
si deberíamos confiar en unos fármacos de compañías que insisten en
mantener en secreto información sobre los efectos de sustancias que la
gente introducirá a su cuerpo, sustancias que son legales y por cuya
venta estas compañías obtienen grandes cantidades de dinero. Parece poco
ético decir a quienes enfrentan el terrible sufrimiento de la depresión
“ustedes deben confiar en nosotros, no podemos explicarles por qué pero
si toman estas pastillas inofensivas este sufrimiento se acabará” y
darles algo que en realidad no les ayuda.
¿Qué hacer entonces? Afortunadamente
existen otras perspectivas que pueden ayudarnos a dilucidar las causas
detrás de la depresión. Por ejemplo, la neuropsicología reconoce que la
depresión se siente de esta forma por una razón. Si la función de la
mente es satisfacer nuestras necesidades con respecto al mundo exterior,
entonces tiene sentido que los sentimientos asociados con la depresión
tienen un motivo.
En su artículo “¿Por qué la depresión se siente mal?"
el neuropsicólogo Mark Solms y el profesor Jaak Panksepp han
desarrollado la idea de que los sentimientos han evolucionado por
razones biológicas, pues hacen contribuciones específicas al
funcionamiento del cerebro. Además, ya que los sentimientos de la
depresión son sumamente parecidos a aquellos asociados con el duelo, es
posible que este padcimiento tenga que ver con una pérdida, una pérdida
social. Si los sentimientos depresivos están relacionados claramente con
la psicología del apego y la pérdida, entonces deberíamos considerar
que los sistemas del cerebro de un mamífero evolucionaron con el
propósito de mediar el apego y la pérdida; por lo tanto, los mamíferos
desarrollan apego por sus madres y posteriormente con parejas sexuales y
grupos sociales. Cuando estos lazos se rompen el animal se siente mal y
cae en un estado de pánico o angustia; esto provoca que evite la
separación y busque la unión, lo cual incrementa sus probabilidades de
sobrevivir. No obstante, si esta unión no sucede el animal entra en un
segundo proceso: darse por vencido, lo cual es la respuesta
desesperanzada a una separación.
Puede ser que los especialistas
continúen recetando antidepresivos a sus pacientes porque no tienen
mucho más que ofrecerles, pero ello no significa que la solución para el
sufrimiento que la depresión causa en la gente esté en una pastilla. De
hecho, puede ser que los valores que tenemos actualmente estén
afectando nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos, con otras
personas y con nuestro entorno, de tal manera que los desequilibrios
emocionales y físicos no son más que el reflejo de todas esas
alteraciones. Actualmente las personas aparentemente estamos
interactuando todo el tiempo, desde las redes sociales, desde vehículos
de comunicación remota, pero, ¿realmente estamos cultivando relaciones
cercanas, profundas, íntimas?, ¿somos más o menos empáticos?, ¿nos
sentimos parte de la comunidad?, ¿nos sentimos aceptados?, ¿respetamos
el entorno porque nos reconocemos en él?, ¿pasamos la mayor parte del
tiempo de nuestra vida haciendo cosas que nos importan, que creemos
valiosas, que nos retan, desarrollan o interesan? Quizá entre las
respuestas a esas preguntas estén las causas de que millones de
individuos en el mundo lleguen a sentir que la vida los aplasta.
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