El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción.
-A.M.
La magia es uno de esos términos que se
pronuncian con frívola frecuencia, y se aplican a una inabarcable
diversidad de contextos y significados. En un artículo anterior traté de
repasar algunos de los principios fundamentales de esta ciencia
artística: intención, lenguaje, purificación y administración
energética, entre ellos. Pero, por ahora, para definir un punto común de
partida, de manera sintética, nos remitiremos a una definición de
Aleister Crowley que advierte que “Magia es la ciencia y el arte de
provocar un cambio conforme a la voluntad”.
Alan Moore
es uno de los escritores más interesantes de las últimas décadas. Este
británico no sólo elevó la novela gráfica a planos narrativos “de
culto”, sino que experimentó con preceptos de magia, ocultismo, física
cuántica y cultura underground, fundidos en historias atractivas que
terminan por arrojar luz sobre caminos alternos a los que favorecen el
entretenimiento comercial y el sistema que, a través de él, busca
validarse.
Hace 21 años Moore anunció que se
dedicaría a practicar la magia ceremonial, oficio que de algún modo
venía practicando desde sus primeros años como escritor,
autopercibiéndose como un traficante de ficción (y por lo tanto de
realidad).
El arte es, como la
magia, la ciencia de manipular símbolos, palabras o imágenes, para
lograr cambios de conciencia. De hecho pronunciar un hechizo es
simplemente eso, manipular palabras para detonar cambios en la
conciencia de otras personas, y por eso creo que el artista o el
escritor es en el mundo contemporáneo lo más cercano a un chamán.
Famoso por su afinidad con el esoterismo
y su dedicación a las artes ocultas, Moore fue en alguna ocasión retado
por una reportera a que demostrase sus poderes mágicos frente a la
cámara. El reto, tan simple como espectacular, consistía en hacer
explotar un limón con el solo poder de su mente. El escritor, un tanto
titubeante y no sin antes sugerirle a la insistente reportera que la
demostración que solicitaba era poco seria y falta de sentido, aceptó el
desafío. El desenlace se puede comprobar en el siguiente video:
Tras la inapelable demostración del autor de V for Vendetta,
valdría la pena enfatizar en un aspecto quizá ‘secundario’ del ‘mago’,
pero que a la vez forma parte de su esencia (como bien lo han advertido
desde Anton Wilson hasta grandes maestros Zen, pasando por Burroughs,
Don Juan, y los propios Crowley y Moore). Se trata de un cierto espíritu
lúdico que manifiesta humorística ligereza, y por lo tanto es capaz de
convertirse fácilmente en un instrumento catártico.
Probablemente esta videolección de
magia, cortesía del maestro Moore, se refiere exactamente a lo anterior:
el humor preciso como una tecnología de transformación de conciencia, y
en ese sentido como una metáfora puntual del acto mágico.
Twitter del autor: @ParadoxeParadis
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