En el año 1981 aproximadamente jugaba en casa de unos amigos de mis padres que tenía un pequeño patio ( luego fué la casa Okupa de la Elipa ) con un guarda herramientas en el que encontré un platano amarillo Sancheski, lo miré bien, joder como molaba.
- Madre mira lo que he encontrado, me voy a la calle.
- bien hijo, ten cuidado.
La calle Luis Piernas era atravesada por dos calles en pendiente bastante importante, me subí la primera, por la acera y me senté en el monopatín, levanté las piernas y aquel aparato infernal comenzó a acelerarse y mi sonrisa a agrandarse, como molaba....al llegar a la primer cruce giré y había una farola con la que no había contado.
En menos de dos minutos estaba de regreso con dos muelas partidas, una se quedó dentro del carrillo, sangrando y llorando a borbotones. No me hizo falta mas lecciones. El monopatín no era para mí.
Todos mis colegas del barrio montaban sus rampas en el dragón y se partían el lomo en sus aceras.
Los accidentes formaron parte de mí desde pequeño y comprendí que no me hacía falta buscarlos ( esquí y patinaje ) porque ya venían solos.
Lo que sí caló hondo fué la música Hardcore, los Suicidal Tendencies, Septic Death o los grandísimos R.K.L que tanto nos inspiraron en nuestra aventura musical. Mas rápidos y técnicos que los Punks, activos y positivos abrieron el abanico de jevi/punk/jipi/siniestro que destacaban en los ochenta.
Esta es la historia de los comienzos del patinaje en la península contada por sus protagonistas , un viaje en el tiempo que nos toca de lleno, esos pantalones, esas zapatillas, este documental nos acerca a nuestra tierna infancia callejera en la que aprendimos casi de todo.
Somos posiblemente la última generación callejera de las ciudades, donde ahora los padres se las ven y se las desean para que sus hijos socialicen con otros niños y no con adultos.
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